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Mi día a día con el medidor continuo DEXCOM Seven

Desde hace varios días, estoy probando una unidad del medidor continuo de glucosa DEXCOM SEVEN cedido por el Hospital Universitario de Cruces (gracias, Fede). Hace algunos meses pude probar el Guardian RT de Medtronic, cuyo análisis os he puesto aquí debajo en este mismo blog hace varios días. Pero ahora quisiera ir colgando mis impresiones con este otro dispositivo en un día a día, a fin de que podáis conocer de primera mano las ventajas e inconvenientes de este tipo de dispositivos y si es tan maravilloso como lo pintan. Creo que conocer de primera mano la experiencia de alguien siempre es interesante, ya sea porque estás interesado en adquirir uno o bien por conocer un poco más sobre este tipo de aparatos de última tecnología en el campo de la diabetes.

Comenzaremos por el principio. A diferencia del Guardian, en esta ocasión yo me tengo que costear el mantenimiento. Así que salí del Hospital con el equipo, pero sin instalar. Al llegar a casa, llamadita al distribuidor en españa de DEXCOM y pedido de un pack de 4 sensores. Precio de la gracia: 370 euros. Lo primero que piensas es… espero por todos los santos que el sensor me dure las dos semanas que la gente afirma estar utilizándolo en la práctica, muy por encima de los escasos siete días validados oficialmente. Y tambíén deseas no tener que tirar ninguno por muerte prematura debido a mala colocación o despegue. Aquí se puede ver el conjunto que me llevé a casa.

 El conjunto consta de un emisor que recibe los datos y te permite visualizarlo todo en gráficas, un cable de datos, un soft para gestión de los valores recogidos, un cargador para el receptor, y un emisor que no se ve en la foto y que es una pastillita que se adhiere al sensor en la tripa y permite enviar los datos al receptor. El sensor es realmente pequeño; no así el receptor, que como véis en la foto, tiene un tamaño un tanto grande como para decir que es manejable. Podría miniaturizarse mucho más. No hay más que ver los smartphones actuales.

 Volviendo al sensor, cada uno incluye una especie de jeringuilla que es un aplicador. Colocas ese aplicador sobre la zona, empujas el émbolo, suenan dos clic y el sensor está introducido ya bajo la piel con ayuda de una miniaguja, la cual es retirada cuando retraes el émbolo a continuación, dejando al fino hilo del sensor bajo la piel. Queda entonces el sensor pegado a la tripa con un adhesivo circular que lo rodea y que se puede apreciar en estas dos fotos. Sobre ese zócalo se coloca el emisor, que envía la señal al receptor de bolsillo.

 Tras superar el recelo y miedo previo, al final acudí a la consulta de endocrino en Basurto para que una educadora me lo colocase (gracias, Nieves). Realmente, parece tan sencillo como lo pintan en las instrucciones. Sin embargo, cualquier mal movimiento y todo se va al traste, tirando a la basura nada más y nada menos que 90 euros que cuesta en España cada sensor.

Hasta hace algún tiempo, en España no había distribuidor de los consumibles de Dexcom, y ahora tenemos a uno… aunque me es difícil pronunciarme de manera diplomática sobre los precios que han establecido para sus productos. Digamos que si tienes ocasión de comprarlo directamente en otro país… sale más rentable. Con eso lo digo todo. En este país debemos creernos todos ricos, porque vamos… creo que se han pasado un poco con el margen comercial. Y no es sólo culpa del distribuidor (Novalab Ibérica) sino de la propia Dexcom. ¿Qué es mejor, vender 10 unidades a 100 o 50 unidades a 50? las cuentas son fáciles. Es un “gadget” que se vendería muchísimo más si los precios fueran más razonables. Muchos necesitamos ese tipo de dispositivos. Mirarse en 4 ocasiones al día la glucemia no sirve para nada una vez compruebas lo que significa medirla cada cinco!! minutos. Y volviendo a los precios de los consumibles… mejor lo dejo ahí, que no quiero ponerme litigante.

Continuará…

Oscar López de Briñas Ortega
@oscabrinas

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