Home » Artículos » Yo, yo mismo y mi diabetes

Yo, yo mismo y mi diabetes

El otro día leía un artículo de Joan Carles March (Dtor. de la Escuela de Pacientes de Andalucía) sobre la diabetes y su impacto sociosanitario; el elevado número de integrantes que se mueven alrededor de la enfermedad. Nada tiene que ver la diabetes a día de hoy con la que yo conocí allá por el segundo lustro de los 80, cuando un mal día, aquel infame endocrino de cuyo nombre no quiero acordarme, me soltó aquello de que tenía algo incurable y de por vida. Actualmente, la asistencia al paciente y las posibilidades que se le ofrecen para gestionar su enfermedad son muy superiores a las de entonces.

Y según ese artículo con el que comenzaba mi post, hay varias claves que identifican y caracterizan a ese “nuevo paciente del siglo XXI” que estamos definiendo y conformando. Aunque para mi, casi todo se reduce al final a un único aspecto del que dependen los demás. Y ese aspecto básico es el propio paciente. Se habla mucho de la mayor responsabilidad y capacidades del paciente para gestionar su enfermedad. Así es. El famoso “empoderamiento”; ese término tan moderno y repipi con el que definimos el nuevo papel que debemos adoptar como pacientes; más informados, más preparados, más responsables y más capaces de actuar por nuestra cuenta sin depender tanto del profesional médico. Y todo eso gracias a la información. Un paciente informado es un paciente capaz de gestionar su enfermedad. Sin un paciente adherente al tratamiento e implicado con su problema, jamás conseguiremos nada, por muchos avances, alternativas, ofertas de ayuda o elementos coadyuvantes que rodeen la enfermedad. Y aunque parezca fácil pensar que el principal agente de cambio es el propio paciente, al final resulta que es el principal escollo, porque mayoritariamente, las personas con diabetes no son agentes activos en su enfermedad. Muchos no le dan la importancia que se merece, otros no están informados y no quieren hacerlo, otros tantos no quieren implicarse más porque no creen necesitarlo y finalmente, los que ni siquiera saben que tienen diabetes. No olvidemos que casi el 50% de las personas con diabetes desconocen que tienen la enfermedad.

En conjunto, el problema a mi juicio es “activar” a todos esos pacientes y convertirlos en personas que quieran ser activas, implicadas e informadas. Y luego ya vendrían otros factores, como las ventajas que nos ofrece hoy día el tratamiento, los avances tecnológicos en forma de equipamiento, telemedicina, apps, dispositivos de medición, foros de diabetes, blogs, redes sociales específicas… y finalmente, los “influyentes”; esas personas que tienen capacidad para movilizar al paciente (si éste está decidido a hacerlo); la familia y las asociaciones, un colectivo de ayuda (que incluso debería ser prescrito por el profesional médico) fundamental para convertir al paciente en persona independiente y preparada para gestionar su enfermedad.

Pero como he dicho, lo primero es uno mismo. Tenemos que conseguir que el paciente sea consciente de lo que tiene entre manos. No es fácil. No sé muy bien cómo. Pero hay que hacerlo. Un porcentaje demasiado alto de las personas con diabetes pasa de puntillas por su problema y colaboran en esas estadísticas negras que tanto nos impresionan cuando damos las cifras de la diabetes.

Cambiemos ese panorama. Tenemos las herramientas para ser otro tipo de paciente más preparado y capaz. Pues aprovechémoslas. Seamos un paciente activo y decidido a tomar las riendas de la enfermedad. Porque la diabetes, al igual que otras muchas enfermedades, no da segundas oportunidades…

Oscar López de Briñas Ortega
@oscarbrinas

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *