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¿Y tú, cómo remontas?

no siempre es conveniente perder el norte ante una hipoglucemia…Remontar. Todos los que tenemos diabetes conocemos ese verbo. De hecho, diría que más bien lo sufrimos. Pero qué demonios tiene que ver “remontar” con nuestra diabetes? pues empecemos por el principio. Según la RAE, remontar es, de entre sus 18 acepciones posibles, “subir, ir hacia arriba”. Y aunque hay varias acepciones que con cierta sorna podrían ajustarse a lo que estamos hablando, ciertamente sólo esa sería la respuesta correcta. Remontar es subir, elevar. ¿El qué? pues fácil; nuestra glucemia. Tras uno de esos aparatosos episodios llamado hipoglucemia que sufrimos muchos días las personas con diabetes, toca intentar subir la cifra de azúcar en sangre hasta valores deseables, a fin de recuperarnos y sentir nuevamente que somos normales y nos sentimos normales. Y ahí es cuando aparece nuestro verbo “remontar”. Las hipoglucemias hay que remontarlas. ¿Cómo? Pues como sea. Aunque depende también de la intensidad de la hipoglucemia, hay que hacerlo siempre con urgencia. A veces calculamos bien y sube rápido. Otras, comemos algo equivocado y no sube tan rápido como quisiéramos. Y no pocas veces comemos lo que no está escrito y de la hipoglucemia pasamos a una hiperglucemia, en la que se nos sale el azúcar por las orejas y si nos dan una chupada, sabemos dulces.

Quien no sabe de diabetes desconoce la importancia de remontar. Si alguien escuchara a dos diabéticos hablando de su enfermedad, probablemente no entendería mucho de la jerga que usamos. Y tampoco entendería la pregunta “¿y tú cómo remontas?”. Pero “remontar” es básico en diabetes. Y cuando un novatillo acude a un dinosaurio diabético como yo, generalmente me hace esa pregunta. Y la respuesta teórica es fácil: hidratos de carbono de asimilación rápida (alto contenido en glucosa), y apoyado pasado un tiempo con hidratos de carbono de asimilación lenta (alto contenido en almidón o harinas). Pero ya sea por la confusión del momento, por la inexperiencia o por la no disponibilidad de alimentos, la realidad es que muchas veces no comemos lo adecuado. Y ese remonte se torna en lento, agobiante y estresante, cuando miras tu medidor cada cinco minutos y ves que la glucemia no sube. Y os aseguro que no hay nada más desagradable que una hipoglucemia. No duele, suele durar muy pocos minutos, se supera casi siempre sin problemas, te permite comer dulces sin regañinas de tus padres o tu pareja… pero se pasa mal, mal, mal. La sensación no es ni mucho menos recomendable. Ni siquiera sabría describirla aquí por escrito.

Es curioso cómo al principio, en tu infinita ignorancia, remontas como puedes las hipos. Yo aún recuerdo aquel verano de 1986, cuando debuté con la diabetes (odio ese verbo “debutar”, no se porqué se usa, no soy un actor, ¡coño!). Aún no sabía cómo remontar una hipo. De hecho, no sabía ni qué era una hipo. Pero recuerdo que muchos días, tras salir de la piscina, me temblaban las manos, tenía pulso acelerado, ligera sensación de confusión, cuerpo “extraño”… y sin saber que aquello era una hipoglucemia del doce, me comía unas patatas fritas. Y oye, se me pasaba al cabo de un rato. ¡Con patatas fritas! Seguro que hoy hago eso y me encuentran tirado en el suelo inconsciente, y a mi lado, una frase a medio escribir con una piedra: “po favorrr alllgggo de affzucaaarrrr”.

Y aquí aparece la importancia de saber que sólo se remonta con los alimentos adecuados. Todos tenemos muchas experiencias de remontar con una elección inadecuada, usando el viejo truco de comer lo que nos gusta para “aprovechar”. Es tentador, pero no siempre efectivo. Recuerdo un día hace muchos años. Navidad. Dulces por todas partes. Tentación omnipresente; Mefistófeles vestido de turrón de alicante. Y yo ahí, impertérrito. Formal. Disciplinado. No me acercaba a ellos porque sabía que sólo con olerlos, me subiría la glucemia. Pero oh sorpresa, tuve un bajón. Un bendito bajón, pensé para mi. Eran mis comienzos, y comer azúcar me alegraba el día. Después de dar gracias a Dios, Buda, Alá y todas las demás deidades y semidioses del olimpo, acudí presuroso a por la bandeja de dulces que siempre preside la mesa en navidad. Empecé a comer lo que pillé, pero sobre todo polvorones (los de Felipe II, una delicatessen de verdad, sin duda los mejores). Al cabo de un par de minutos, en un rapto de sensatez, dije “alto, oscar. esto no está bien. MEJOR SI TE SIENTAS”. Y cogí la bandeja y me fui a la cocina, yo solo, con mi bandeja de dulces, cómodamente sentado. ¿Remonte inadecuado? totalmente. Puntuación: cero. ¿satisfacción del momento? TOTAL. Puntuación: dieciocho sobre diez. A veces, la diabetes exige abrir un poco la válvula de escape, pues acumula mucha tensión, sinsabores, frustraciones… y ciertamente, algunos momentos de hipoglucemia (sólo algunos), nos permiten ser fugazmente felices mientras nos ponemos de dulce hasta las cartolas, sin pensar en esa cifra que arrojará el medidor dos o tres horas después y que le hará pitar cual medidor geiger en Fukushima. Pero debemos elegir bien en qué momentos hacemos lo inadecuado. Una vez más, la diabetes no te deja libertad y te hace pensar y calcular.

Así que remontar parece fácil. Pero en nuestro día a día, no siempre lo es.

¿Y tú, cómo remontas?

Oscar López de Briñas

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