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Deporte y monitores

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Recuerdo la entrada de blog que hizo mi compañero Jon en octubre de este año. Comentaba como había ido con su hijo al gimnasio. Le había explicado al monitor su condición de diabético, y lo que puede ocurrir si se marea o si pide ayuda, y como el monitor había mirado con cara de interrogación (podéis leer de nuevo el post aquí).

Tengo que decir que esto no sucede en todos los gimnasios, y en muchos (quiero creer que en la mayoría) existen monitores con una preparación adecuada, y global, y deben estar preparados para atender a los usuarios, los cuales a menudo tienen diferentes cualidades y problemas.

 En mi caso suele acudir a un gimnasio cerca de donde trabajo, un par de veces a la semana, donde hay 2 o 3 monitores. El primer día que fuí les expliqué mi condición de diabético, y me comentaron que había otras 2 personas más. Asimismo me mostraron la nevera donde podía dejar la inyección de glucagón en caso de emergencia, la cual debía marcar con mi nombre para distinguirla de las otras dos. Comentamos brevemente lo que debían hacer en caso necesario, y posteriormente he renovado la inyección una vez al caducar la misma (ahora que me acuerdo creo que no he vuelto a hacerlo desde hace más de 3 de años…). Al principio estaban atentos y me preguntaban varias veces durante cada sesión como estaba, pero con el paso del tiempo han visto que mantengo un buen control y ya no lo hacen.

Al principio los monitores sentían curiosidad y me preguntaba sobre como controlo la diabetes, y sobre cuales eran mis niveles de azúcar antes y después de las sesiones. Les interesaba porque así ellos suponían que podían hacerse una idea de la energía que realmente se consume en una sesión (por otro lado, ya sabéis que algunas bicis estáticas y cintas de correr marcan las calorías “teóricas” consumidas. ¿Coincidirá con el aporte energético que he tomado previamente y durante la sesión, en el caso de que las glucemias coincidan antes y después de la sesión? buena pregunta, aunque no es el tema de este post…).

Varias veces, aunque pocas, he necesitado tomar hidratos para recuperar una glucemia durante la sesión. Normalmente me miro el nivel de glucemia antes de comenzar el ejercicio, y si es normal, me como un plátano, que me mantiene bien durante la sesión. Al finalizar, si me encuentro bajo repongo un poco, antes de marchar a casa a cenar y descansar. Si el ejercicio ha sido más intenso de lo normal, ajusto la insulina lenta de la noche bajándola unas unidades en función del esfuerzo.

En el caso de deportes de más larga duración (mountain bike, alpinismo,…), se hace necesario tomar regularmente suplementos de hidratos, por ejemplo cada hora. Con la práctica, y con el sistema de prueba y error, aprendes a ajustar las pautas de suplementos de hidratos de carbono e insulinas en función de la duración y grado de intensidad del esfuerzo. Un diario al inicio de la vida deportiva, o cuando se quiera mejorar, es de gran ayuda.

En las ocasiones que voy al gimnasio, sigo una tabla bastante rutinaria, con lo que lo tengo bastante controlado, y por ahora no he dado ningún “susto” a los monitores. Por último también agradezco a los monitores del gimnasio al que voy, la atención que prestan a cada persona, y como adaptan la actividad física de los usuarios en función de sus objetivos y cualidades, lo cual conocen con un examen físico previo. Esto tendría que ser así en todos los centros deportivos, y los monitores deben estar convenientemente titulados para el desarrollo de sus tareas profesionales.

Fernando Rico

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