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El extraño caso del Expediente C

Yo a mi diabetes la suelo denominar “Ella” en mi día a día. Bueno, también la llamo cosas peores, pero generalmente son insultos que no puedo reproducir aquí. Y siempre pienso que Ella está ahí para perjudicarme. Para hacerme la vida imposible. Así que hace años que se inició una guerra entre los dos; Ella y yo, por ver quién gana y quién consigue mantenerse victorioso en el día a día.

Y en una de mis estrategias para ganar esta batalla -eso sí, sin descuidar mi cuidado y mi tratamiento- juego a ignorarla. Pero no me sale bien. Ella me recuerda que está ahí para fastidiar; o dicho de una manera más contundente y efectiva… está ahí para joderme. Os contaré una de las situaciones en las que Ella y yo echamos siempre un pulso. Se trata de los días de cine.

Cuando voy al cine, suelo mirar mi glucemia antes de entrar por seguridad, ya que voy a estar encerrado viendo una peli durante más de dos horas. Pues siempre siempre siempre siempre, ese valor es normoglucémico; o sea, perfecto. 100… 95… 105… curioso. Da igual lo que haya comido antes: paella… un cochinillo entero incluida su manzana en la boca… Siempre que voy al cine, tengo una glucemia estupenda. Yo lo llamo Expediente C (C de cine, claro).

Y entonces… ¿qué problema hay en tener esa glucemia perfecta antes de entrar al cine? Pues que ese valor me haría ilusión en cualquier otro momento del día… pero no en este, porque voy a estar dentro del cine más de dos horas y eso me pone en la tesitura de tener que tomar una decisión adelantada que quizá sea errónea. Esos valores, sin ser hipoglucemia, están al borde y exigen mirarse al cabo de un rato, cosa que en el cine no puedo hacer. Y ello me obliga a tomar una decisión adelantada. ¿Qué hago, como algo ahora ya para evitar una hipoglucemia posterior? ¿O no como nada? ¿y si como, será algo dulce? pero si aún no tengo hipoglucemia… quizá el dulce me suba demasiado el azúcar… conclusión, la hijadesatán me ha fastidiado. Porque a veces decido comerme algo dulce… y cuando salgo del cine, ese dulce sobraba. Y tengo trescientosmil de glucosa. Otras veces como algo salado… y no es suficiente. Y me fastidia la película. O también existe la posibilidad de que decido no comer nada… y luego me viene la hipoglucemia a media película. En fin. Que como véis, Ella siempre quiere fastidiarme. Y en el cine lo consigue.

Por eso, cuando voy a ir al cine, nunca lo digo en alto, no sea que me oiga. Así evito llegar al cine con uno de esos valores que no sabes qué hacer. Pero decidir que quieres ir al cine sin que Ella me escuche es complicado. Así que me comunico con mi mujer por mail… whatsapp… o le susurro al oido qué peli podemos ver. A veces lo escribo en un papel y así Ella no consigue adivinar que vamos a ir al cine. Otras veces me aprovecho de Ella y la engaño. Y cuando estoy muy alto, digo “qué, hoy vamos al cine, no?” y así consigo que mi glucemia baje, pues Ella piensa que voy al cine cuando en realidad no voy a ir. Ahí le engaño, y entonces Ella se enoja mucho. Y a la hora de cenar, me regala un bonito y contundente 342 de glucemia.

Así son mis Expedientes C. Por eso, siempre que entro al cine, estoy normoglucémico. Conclusión: debería ir mucho más al cine…

 

Oscar López de Briñas Ortega

2 respuestas a El extraño caso del Expediente C

  1. Javier dijo:

    No se si podria decirlo mejor. Me siento plenamente identificado con el Expediente, ya que he vivido esa situacion no sabria deciros las veces.
    A veces incluso Ella ha conseguido dominarme a mi, tenerme de rehen, … y no al reves como debiera de ser.
    Verdaderamente, hay dias que son expedientes sin resolver y preguntas sin responder. Por qué habré llegado con 342 ?? o por qué con 42 ??

  2. ROCÍO SOLOAGA dijo:

    Muchas gracias por hacer que la diabetes parezca algo divertido.

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