El momento de pincharte la insulina en un sitio público hace que todo se convierta en un “antes de” y en un “después de”. Fijaros que pueden existir otros momentos liberadores, pero el punto de ir por la calle y tomarte la glucemia en un plis o bien pincharte la insulina de lo que te acabas de tomar, si ese día tocaba comer mientras andabas, es alucinante.
Mis amigas se sorprenden de mi naturalidad ante cualquiera de los hechos, aunque a veces sé que ni se han enterado. Y yo intento que todo sea adaptado a mi estilo de vida. Pero a veces…. A veces no encuentras la manera o el lugar de ponerte la insulina, la parte más complicadilla por aquello de que debes arremangarte alguna prenda textil de tu cuerpo.
Y claro, no siempre se puede ser natural si vas andando por una acera bastante ancha, con apenas unos transeúntes y donde no encuentras ninguna excusa para pararte frente a un escaparate, porque sencillamente no hay (esto me ha pasado hoy).
Ahí ya te juegas el diploma de “ante todo, naturalidad”, porque no es como coger el móvil y hacer que hablas, es que te requiere unos segundos girarte justo antes de llegar a una esquina que la acaba de doblar un tío (y por estadística no le toca pasar a ninguna persona más), levantarte un poco la camiseta, clavar con seguridad y sin dilación la microaguja (BD-Microfine), esperar que no rebose ninguna gotita traicionera y ala! a seguir al trote…
No, si como alguien me grabe mis pasos, doy para una peli….;) Hasta la siguiente!
Mariví Freire @maribi56
